lunes, mayo 26, 2008

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Hacía más de las 11pm, no había descansado bien en los últimos días y los vecinos tenían fiesta.
-¡Otra!, ¡otra! -gritaba eufórica la que parecía ser la voz de alguna tía-
-¡Maldición, ya cállense! -por poco y les grito-

Pero los 15 anios parecían a penas empezar. Yo ya lo veía venir, la introducción, el último juguete, las palabras del papá, el vals familiar, el vals con los chambelanes, la quebradita y la canción pop/punchis-punchis... 10 anios llevo en eso de las fiestas para saber el exacto órden de las cosas... 10 de mis 22.

La gente reía y estaba alborotada
Nunca me han molestado las fiestas... y nunca lo harán...-pensé, mientras me tapaba la cara con la almohada-

Estaba en la escuela, en la esquina del tercer piso afuera de un salón que no puedo recordar... había una puerta, la ventana estaba en dirección al norte. Esperaba algo... no recuerdo qué; tal vez ni ahí lo sabía... pero esperaba.

Ella estaba ahí, en la misma habitación. Tan cerca como nunca, pero lejos como siempre, los dos esperábamos. Por alguna razón comenzamos a hablar, después de todo era irreal; la plática era amena, no recuerdo de que hablamos, pero nos conocimos mejor, fue la oportunidad que nunca tuve... o tal vez la que no dejé ir.

La espera para ella terminó, se levantó de su silla y se introdujo al salón. Yo esperaba con ansia su regreso, ¿cómo te fue? sería mi pregunta, mientras la veía arreglando asuntos con un desconocido. Ella terminó, se incorporó y yo esperé a recibirla.

Nunca salió, se sentó en una mesa inexistente con un ordenador. No me percaté de que estaba ahí hasta que sentí que había tardado mucho.
No volvió a hablar conmigo.

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