miércoles, marzo 03, 2010

Cuack

Estaba yo sentado en la banqueta, esperando. La gente pasaba con indiferencia como si cualquier persona en determinado momento se pudiera sentar en medio de la calle sin que pasara nada.

Entonces, levanté la cara; ella se detuvo, miró su reloj, volteó a su alrededor nerviosamente y sacó su celular, lo vió brevemente y lo volvió a guardar.

Un camión se detuvo y bajaron varias personas, pero no una siquiera la volteó a ver. De vez en cuando volvía a sacar su teléfono o mirar su reloj y daba uno que otro pasito. Finalmente después de un buen rato se sentó.

Tres o cuatro minutos después su teléfono sonó, casi se le cae del susto. Habló como intentando esconder la cabeza para que nadie supiera lo que decía, se agarró el cabello y finalmente colgó. Se puso de pie más nerviosa de lo que había llegado.

Ella buscó entre sus cosas, sacó una cajetilla y buscaba un encendedor.

Sin que ella lo notara me levanté, saqué mi (inserte aquí un arma peligrosa, instrumento musical o electrodoméstico) cuas! Un fumador menos en el mundo.

Hoy fue un buen día.

3 comentarios:

Marga dijo...

¡Que maldad! ;-)

Saludos

Monty dijo...

Extradición a los fumadores! (porque matarlos creo que es muy exagerado y la extradicción (con doble c) no tendría sentido)

Bárbara Gómez dijo...

si sigues pensando así serás el equivalente a Hitler (pero de los fumadores)